Lobo Diarte. In memoriam.
Valga este article publicat per Paco Lloret al blog "Ultimes vesprades a Mestalla" com a sentit record a un protagonista de la nostra història i a la seua lluita contra la malaltia.
El gol más rápido de la historia
·"Lobo" Diarte, Mario Alberto Kempes i Dario Felman, els tres protagonistes de la jugada.
Nunca me han gustado demasiado los goles madrugadores, aquellos que llegan en los compases iniciales cuando todavía no le has cogido el aire al partido. Te pillan un poco descolocado. Creo que son goles que se olvidan rápido porque todavía queda mucho por delante y su influencia en la suerte de un resultado es muy relativa. Recuerdo, claro está, aquella espectacular mascletà al Lazio que encumbró a Gerard como algo inaudito porque se marcó más de un gol en una apoteosis inicial sin precedentes. Pero a pesar de todo, en el guión soñado de los partidos ideales el gol que te lleva al éxtasis, aquel con el que revientas de gozo es el marcado en los últimos instantes, a la desesperada, después de un asedio infructuoso ante un rival que se las promete muy felices. Esos han sido los que más placer me han proporcionado desde que a finales de los sesenta vi a Paquito batir la portería de Ñito en un Valencia-Granada con un chutazo desde fuera del área que entró por la escuadra en tiempo de descuento. Ese fogonazo te devolvía en un instante la felicidad cuando ya te resignabas al triste empate a cero y la melancolía insoportable del final de un domingo se apoderaba de ti. Por eso nunca quería abandonar la grada hasta que el árbitro pitara el final. El estruendo de un gol in extremis mientras los impacientes y los escépticos se amontonan en los vomitorios de salida me parecía el mejor desenlace y disfrutaba pensando en aquellos agoreros que después de renegar se iban malhumorados antes de tiempo y se perdían lo mejor de la tarde. Era el mejor escarmiento. Imaginaba su rabia al escuchar el alborozo de los que se mantenían en su localidad sin perder la esperanza en el Valencia.
Los goles postreros con carácter decisivo siempre han sido los más celebrados, el grito más desgarrador de la grada se ha escuchado en ese momento mágico en el que la afición se ve recompensada después de aguantar hasta el último instante. En la galería de los mejores, recuerdo el de Forment al Celta en la liga del 71. No he visto algo igual en Mestalla. Todos puestos de pie a la espera de un milagro en forma corner. El Valencia necesitaba ganara para seguir primero y lo logró en una explosión de júbilo tremenda. La célebre remontada al Madrid con Fernando y Robert de goleadores después de sendos cabezazos. Un gol de Ansola también al Madrid en una jugada confusa o el de Keita al Zaragoza en el 76, partido televisado, y con ambos equipos en situación delicada. Sin embargo hubo un gol madrugador que batió todos los registros. Lo marcó el “Lobo” Diarte al Elche el 4 de diciembre de 1977, hace justo 31 años. Marcel Domingo era el entrenador y el Valencia solía en aquel período despachar con autoridad los partidos en casa pero fuera estaba abonado a derrotas mínimas. Ibas a Mestalla confiado, sabías lo que te esperaba. Apenas sufrías, aunque después de este partido contra el Elche el equipo entró en una racha negativa a partir del 1 de enero del 78 cuando perdió contra la Real Sociedad, en una tarde de frío y resaca insoportable.
Creo que es el gol más rápido de toda la historia pero la falta de documentos audiovisuales de aquel choque impide certificarlo. Lo curioso es que esa jugada se ensayaba y nunca salía bien. Aquel día todo sucedió según lo previsto en la pizarra. El portero del Elche era Esteban, recientemente fallecido. Se colocó algo adelantado en la portería del Gol Xicotet. El Valencia sacó de centro, Diarte tocó hacia delante y se marchó raudo hacia el área ilicitana mientras que Felman retrasaba el balón para que Kempes lo lanzara en largo a la cabeza de Diarte. El pase teledirigido llegó al “Lobo” que remató sobre la marcha en una extraña postura. El balón superó al portero que se quedó clavado y entró en la portería ante la incredulidad general. Por supuesto, hubo gente que se lo perdió por llegar tarde. Quienes estábamos en la general de pie del Gol Gran cerca del reloj lo vimos asombrados y lo celebramos con cierta perplejidad. Para más inri, Diarte sólo marcó ese gol en toda la temporada. El partido acabó 4-1 y Kempes acabó siendo la figura del partido con un par de goles. El tanto del Elche tampoco estuvo mal, lo marcó Trobbiani antes del descanso y Mestalla le aplaudió.
Los jugadores del Valencia lo volvieron a intentar en otros partidos pero ya nunca les salió la jugada y ni siquiera eran capaces de poner en aprietos al rival. Con el paso del tiempo desistieron. Al final de aquella temporada Mestalla modificó su aspecto clásico con una reforma que prometía la llegada de tiempos felices, el equipo volvió a Europa después de un lustro de ausencia, Kempes confirmó su reinado antes de coronarse en el Mundial de Argentina y la estrella del Lobo se eclipsó aunque nos dejó la secuencia imborrable de un gol que nunca más se ha vuelto a vivir en Mestalla.
El gol más rápido de la historia
·"Lobo" Diarte, Mario Alberto Kempes i Dario Felman, els tres protagonistes de la jugada.
Nunca me han gustado demasiado los goles madrugadores, aquellos que llegan en los compases iniciales cuando todavía no le has cogido el aire al partido. Te pillan un poco descolocado. Creo que son goles que se olvidan rápido porque todavía queda mucho por delante y su influencia en la suerte de un resultado es muy relativa. Recuerdo, claro está, aquella espectacular mascletà al Lazio que encumbró a Gerard como algo inaudito porque se marcó más de un gol en una apoteosis inicial sin precedentes. Pero a pesar de todo, en el guión soñado de los partidos ideales el gol que te lleva al éxtasis, aquel con el que revientas de gozo es el marcado en los últimos instantes, a la desesperada, después de un asedio infructuoso ante un rival que se las promete muy felices. Esos han sido los que más placer me han proporcionado desde que a finales de los sesenta vi a Paquito batir la portería de Ñito en un Valencia-Granada con un chutazo desde fuera del área que entró por la escuadra en tiempo de descuento. Ese fogonazo te devolvía en un instante la felicidad cuando ya te resignabas al triste empate a cero y la melancolía insoportable del final de un domingo se apoderaba de ti. Por eso nunca quería abandonar la grada hasta que el árbitro pitara el final. El estruendo de un gol in extremis mientras los impacientes y los escépticos se amontonan en los vomitorios de salida me parecía el mejor desenlace y disfrutaba pensando en aquellos agoreros que después de renegar se iban malhumorados antes de tiempo y se perdían lo mejor de la tarde. Era el mejor escarmiento. Imaginaba su rabia al escuchar el alborozo de los que se mantenían en su localidad sin perder la esperanza en el Valencia.
Los goles postreros con carácter decisivo siempre han sido los más celebrados, el grito más desgarrador de la grada se ha escuchado en ese momento mágico en el que la afición se ve recompensada después de aguantar hasta el último instante. En la galería de los mejores, recuerdo el de Forment al Celta en la liga del 71. No he visto algo igual en Mestalla. Todos puestos de pie a la espera de un milagro en forma corner. El Valencia necesitaba ganara para seguir primero y lo logró en una explosión de júbilo tremenda. La célebre remontada al Madrid con Fernando y Robert de goleadores después de sendos cabezazos. Un gol de Ansola también al Madrid en una jugada confusa o el de Keita al Zaragoza en el 76, partido televisado, y con ambos equipos en situación delicada. Sin embargo hubo un gol madrugador que batió todos los registros. Lo marcó el “Lobo” Diarte al Elche el 4 de diciembre de 1977, hace justo 31 años. Marcel Domingo era el entrenador y el Valencia solía en aquel período despachar con autoridad los partidos en casa pero fuera estaba abonado a derrotas mínimas. Ibas a Mestalla confiado, sabías lo que te esperaba. Apenas sufrías, aunque después de este partido contra el Elche el equipo entró en una racha negativa a partir del 1 de enero del 78 cuando perdió contra la Real Sociedad, en una tarde de frío y resaca insoportable.
Creo que es el gol más rápido de toda la historia pero la falta de documentos audiovisuales de aquel choque impide certificarlo. Lo curioso es que esa jugada se ensayaba y nunca salía bien. Aquel día todo sucedió según lo previsto en la pizarra. El portero del Elche era Esteban, recientemente fallecido. Se colocó algo adelantado en la portería del Gol Xicotet. El Valencia sacó de centro, Diarte tocó hacia delante y se marchó raudo hacia el área ilicitana mientras que Felman retrasaba el balón para que Kempes lo lanzara en largo a la cabeza de Diarte. El pase teledirigido llegó al “Lobo” que remató sobre la marcha en una extraña postura. El balón superó al portero que se quedó clavado y entró en la portería ante la incredulidad general. Por supuesto, hubo gente que se lo perdió por llegar tarde. Quienes estábamos en la general de pie del Gol Gran cerca del reloj lo vimos asombrados y lo celebramos con cierta perplejidad. Para más inri, Diarte sólo marcó ese gol en toda la temporada. El partido acabó 4-1 y Kempes acabó siendo la figura del partido con un par de goles. El tanto del Elche tampoco estuvo mal, lo marcó Trobbiani antes del descanso y Mestalla le aplaudió.
Los jugadores del Valencia lo volvieron a intentar en otros partidos pero ya nunca les salió la jugada y ni siquiera eran capaces de poner en aprietos al rival. Con el paso del tiempo desistieron. Al final de aquella temporada Mestalla modificó su aspecto clásico con una reforma que prometía la llegada de tiempos felices, el equipo volvió a Europa después de un lustro de ausencia, Kempes confirmó su reinado antes de coronarse en el Mundial de Argentina y la estrella del Lobo se eclipsó aunque nos dejó la secuencia imborrable de un gol que nunca más se ha vuelto a vivir en Mestalla.