RUBEN BARAJA "EL PIPO"
Este articul ha sigut publicat en Foroche pel forero 'Bar Torino'.
"Uno de mis primeros recuerdos como valencianistas sucedió hacia 1977, con una ovación extremecedora a Pepe Claramunt. Yo sólo tenía 5 ó 6 años y mi máxima ilusión por aquel entonces era tener el autógrafo de Mario Alberto Kempes. Por eso, cuando todo el mundo se puso en pie para aplaudir a aquel señor algo pasado de forma no entendí muy bien lo que se estaba escenificando sobre el viejo campo de Mestalla. Sin duda, era demasiado pequeño para comprender el significado de ese aplauso emocionado que evidenciaba un respeto y una admiración ilimitadas. Después, y como en tantos otros momentos, mi padre me contó quién era ese señor y lo que su figura sintetizaba en el pasado reciente de aquel Valencia setentero. Todavía no había youtube, pero las palabras del viejo consiguieron el efecto deseado y Claramunt comenzó a parecerme el paradigma de lo que años después descubrí en los libros: Un mito. El hombre que sintetiza en su figura un anhelo colectivo. En ese relato compartido, Claramunt fue para mi lo que Puchades para mis mayores. Una fuente de fe. Un espejo donde aprender a sobrellevar la militancia y sus vaivenes.
No obstante, aún hubo de pasar mucho tiempo para que la imagen de aquella ovación calara realmente en mi. Y fue con motivo del adiós de Saura, en 1985. Posiblemente, Saura fue el primer jugador cuyo adiós me hizo comprender el sentido real y potente del Valencia CF en nuestras vidas. A Saura ya lo había visto jugar desde su debut y pertenecía a esa minoría de inmortales con años y años de estancia en un mismo club. Hombres a los que uno siempre imagina jóvenes y triunfadores. Mitos vivientes que constituyen la médula espinal del relato. Ese relato, que pasa de padres a hijos, es el maná que sostiene a la entidad contra todos los contratiempos porque en su interior se encierra el secreto de la lealtad sin límites. Y ese relato sólo es verosímil cuando adquiere la complejidad y la cercanía de un rostro humano. El rostro de Cubells, de Puchades, de Claramunt...y ahora también el de Baraja.
Porque en esencia, el Pipo ya está en la lista de los inmortales y todos los que hemos sido testigos de su andadura che sabemos perfectamente que el tiempo no hará más engradencer su figura. A lomos precisamente de esa trayectoria el valenciansimo tiene la obligación de perpeturar ese espejo, hacerlo visible, cotidiano, ejemplarizante. Que la figura del Pipo crezca en la memoria de ese relato compartido que es el Valencia CF para que el tiempo siga brindándonos la posibilidad de contar con nuevos espejos que ayuden a escribir lo que para nosotros ya sólo será la nostalgia del futuro. Contaremos que vimos a Pipo Baraja ganar dos ligas, que estuvimos en Mestalla aquella noche de 2002 en que fuimos más felices que nunca y sin darnos cuenta alimentaremos el sueño y la esperanza de un club que pronto cumplirá 100 años y al que nunca, bajo ningún concepto, podemos dejar solo. Se lo debemos a Baraja, a nosotros mismos y a todos lo que, ausentes ya, nos inocularon el respeto y el amor por el viejo y querido Valencia CF.
"Uno de mis primeros recuerdos como valencianistas sucedió hacia 1977, con una ovación extremecedora a Pepe Claramunt. Yo sólo tenía 5 ó 6 años y mi máxima ilusión por aquel entonces era tener el autógrafo de Mario Alberto Kempes. Por eso, cuando todo el mundo se puso en pie para aplaudir a aquel señor algo pasado de forma no entendí muy bien lo que se estaba escenificando sobre el viejo campo de Mestalla. Sin duda, era demasiado pequeño para comprender el significado de ese aplauso emocionado que evidenciaba un respeto y una admiración ilimitadas. Después, y como en tantos otros momentos, mi padre me contó quién era ese señor y lo que su figura sintetizaba en el pasado reciente de aquel Valencia setentero. Todavía no había youtube, pero las palabras del viejo consiguieron el efecto deseado y Claramunt comenzó a parecerme el paradigma de lo que años después descubrí en los libros: Un mito. El hombre que sintetiza en su figura un anhelo colectivo. En ese relato compartido, Claramunt fue para mi lo que Puchades para mis mayores. Una fuente de fe. Un espejo donde aprender a sobrellevar la militancia y sus vaivenes.
No obstante, aún hubo de pasar mucho tiempo para que la imagen de aquella ovación calara realmente en mi. Y fue con motivo del adiós de Saura, en 1985. Posiblemente, Saura fue el primer jugador cuyo adiós me hizo comprender el sentido real y potente del Valencia CF en nuestras vidas. A Saura ya lo había visto jugar desde su debut y pertenecía a esa minoría de inmortales con años y años de estancia en un mismo club. Hombres a los que uno siempre imagina jóvenes y triunfadores. Mitos vivientes que constituyen la médula espinal del relato. Ese relato, que pasa de padres a hijos, es el maná que sostiene a la entidad contra todos los contratiempos porque en su interior se encierra el secreto de la lealtad sin límites. Y ese relato sólo es verosímil cuando adquiere la complejidad y la cercanía de un rostro humano. El rostro de Cubells, de Puchades, de Claramunt...y ahora también el de Baraja.
Porque en esencia, el Pipo ya está en la lista de los inmortales y todos los que hemos sido testigos de su andadura che sabemos perfectamente que el tiempo no hará más engradencer su figura. A lomos precisamente de esa trayectoria el valenciansimo tiene la obligación de perpeturar ese espejo, hacerlo visible, cotidiano, ejemplarizante. Que la figura del Pipo crezca en la memoria de ese relato compartido que es el Valencia CF para que el tiempo siga brindándonos la posibilidad de contar con nuevos espejos que ayuden a escribir lo que para nosotros ya sólo será la nostalgia del futuro. Contaremos que vimos a Pipo Baraja ganar dos ligas, que estuvimos en Mestalla aquella noche de 2002 en que fuimos más felices que nunca y sin darnos cuenta alimentaremos el sueño y la esperanza de un club que pronto cumplirá 100 años y al que nunca, bajo ningún concepto, podemos dejar solo. Se lo debemos a Baraja, a nosotros mismos y a todos lo que, ausentes ya, nos inocularon el respeto y el amor por el viejo y querido Valencia CF.